La buena voluntad de Debbie Stevens le ha costado cara. Tras donar un riñón para ayudar a su jefa, la empresa para la que trabajaba en Long Island (Nueva York) la ha despedido sin motivos. Ahora, ha decidido demandar a la compañía con la certeza que le ofrece su abogado, Lenard Leeds, que afirma que podría obtener millones de euros como compensación.
Stevens entró a trabajar en una franquicia de la empresa Atlantic Automotive Group en 2009, cuando conoció a su jefa, Jackie Brucia. Año y medio después dejó su puesto y se trasladó a Florida, pero regresó en 2010, primero a saludar y después a recuperar su antiguo puesto. Entonces fue cuando su jefa le dijo que necesitaba un donante de riñón y ella se ofreció rápidamente.
La intervención se realizó el 10 de agosto de 2011 con un éxito relativo. Stevens sufría de dolores y fuertes molestias en las piernas, y ahí es cuando comenzaron sus problemas. Desde el trabajo la presionaron para que volviera lo antes posible y la propia Jackie le recriminó su ausencia: "No puedes andar yendo y viniendo, tus compañeros pensarán que tienes un trato especial".
Días después la relegaron a otro puesto, situado lejos de su casa y en un barrio con problemas de seguridad, lo que le provocó ansiedad. Acorralada por sus propios problemas, los abogados de Stevens remitieron una carta a la compañía y ésta la despidió inmediatamente.
Ahora espera, al menos, poder recuperar su trabajo para mejorar su situación económica: "Me he sentido traicionada". Con 47 años, dos hijos y divorciada, sus abogados creen que podrá obtener millones como compensación a su despido.
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