Las feromonas y el atractivo sexual

Mi correo electrónico, ese mismo con el que día por medio me enojo por la cantidad de spam que trae y por el tiempo que me lleva borrar mensajes que ni siquiera abro, me abarrota igual que a todos con correos con los que intentan venderme los productos más insólitos. Muchos de ellos decididamente masculinos como la pastillita celeste y otros que no voy a detallar porque sé que les han llegado también.

Hace unos días algo me hizo abrir un correo que ofrecía productos con feromonas. La publicidad me garantizaba un poderoso atrayente sexual con el que iba a atraer hombres si compraba el frasco de feromonas rojas y mujeres si compraba el frasco azul. ¡Visto así podría ser la solución de mi vida!
No quedaba claro si tenía que tomar una cápsula o rociarme con un líquido pero como me prometían, entre muchas otras ventajas, “mayor contacto visual, incremento del sex appeal, aumento de la cantidad de citas, sexo más apasionado y ser encarada más frecuentemente por personas del sexo opuesto” me pareció que no podía desaprovechar la ocasión. Ya me veía espantando el exceso de hombres con una palmeta.
Primero me reí. Pero, como también me aseguraban privacidad absoluta --¡menos mal!-- me dije: “Veamos cómo es esto.” Y decidí informarme.
El término feromona, creado por el año 1950, se aplica las substancias que las especies animales secretan tanto para atraer al sexo opuesto como para reconocer a los miembros de su propia colonia. Los estudios iniciales se centraron en las hormigas y las abejas; en ellos se descubrió que la emisión de estas sustancias es una manera de mandar mensajes, de marcar senderos, de disparar alarmas y, por supuesto, de atraer a los machos.
Las feromonas se transmiten por el aire y, de acuerdo con algunos estudios, se encuentran también en los humanos. Un estudio de la Universidad de San Francisco, California dice que si los perfumes femeninos se adicionan con feromonas sintéticas funcionan como imanes sexuales. ¿Qué tal? Las mujeres que los usaron fueron más besadas y acariciadas además de tener más citas y sexo que las que no los usaron.
El olor de las feromonas es imperceptible, ni el hombre ni la mujer saben que lo tienen pero es muy poderoso. Funciona durante el período fértil de las personas y parece ser que despierta el deseo masculino de tener sexo o sea que, finalmente, apunta a la reproducción de la especie.
Según he averiguado se venden aceites, geles, jabones y sprays con feromonas y hay que aplicarlos debajo de la nariz o detrás de las orejas pero después de leer el resumen de las investigaciones he quedado confundida.
No me convence del todo esto y me planteo ciertos dilemas: ¿Y si las feromonas atraen solamente a señores que no me gustan para nada? ¿Y si los señores se pasan el día queriendo sexo aunque yo no lo desee? ¿Y si en favor de la reproducción de la especie resulta que tengo que tener catorce hijos?
Además, y esto me preocupa, ¿no habrá peligro de que me sigan una legión de hormigas o un enjambre de abejas después de la aplicación? Creo que voy a borrar el correo por las dudas, no me animo a probarlas.
¿Has usado algún producto con feromonas y puedes contarnos qué pasó?

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