Estoy agotada de los niños, quiero un poco de descanso

Por Paula Halperín. Socorro, mis niñas se enfermaron al mismo tiempo y la señora que me ayuda se tomó un mes de vacaciones. Estoy sola con todo y tengo tres empleos con los que cumplir...

 
Por suerte no es nada grave, pero el doctor recetó una semana sin asomar las narices ni al balcón.
El único detalle “a favor” es que ahora trabajo desde casa y no tengo que molestar a nadie. Pero por cierto, el “detalle a favor” se volvió en contra porque trabajar es lo que menos puedo hacer.
Los primeros días, descansar por la noche se volvió una misión imposible. Si no se despertaba una con fiebre, me llamaba la otra porque se sentía mal. Y por la mañana, por más que lo intentaba, no podía sostenerme en pie.
Como venía diciendo, estar en casa tiene la ventaja de que una pueda atender a sus hijas personalmente pero a la vez resulta imposible concentrarse. Al menos durante una hora sin interrupciones.
Al principio me levantaba temprano por la mañana para desayunar junto a las niñas y, así, luego de acomodar mínimamente mi hogar comenzar con la rutina de trabajo.
Pero no todo resultó tan fluido. No tuve en cuenta que al estar aburridas ellas tienen la tendencia instintiva, casi animal -diría- de pelearse. Hasta un papel de la basura puede volverse para ellas el motivo de una potencial guerra atómica. Eso no es todo, la frase “maaaa ven aquí” resuena en mi cabeza cada dos segundos. Incluso, me di cuenta de que llegué a levantarme de mi asiento hasta 10 veces en media hora. Ya he dejado marcado el camino de la computadora a la habitación con mis zapatos.
Por otra parte, cuando mi hija más pequeña está fastidiosa tiene la costumbre de pedirme comida constantemente. Entonces, si le pongo un límite (no sólo por su bien sino también porque me la paso lavando platitos, cuchillos y vasos) se enoja y me reclama que me la paso usando su computadora o hablando por teléfono.
Intento explicarle de que se trata de ganar el jornal para poder comer, pero a sus cinco años es inútil, nunca se pondrá en mi lugar. “En la alacena hay más comida”, me repite. Para colmo no puedo invitar ninguna amiguita ya que es lógico que las otras madres no van a querer que se contagien sus hijas.
El otro día intenté una nueva táctica. Levantarme dos horas antes para que nadie me desconcentre, al menos por un rato. Hice todo el esfuerzo pero no funcionó. Tienen un sexto sentido que les indica que hay alguien merodeando por la casa. Y eso que hice todo a pie puntillas. Se despertaron a las siete de la mañana, de malhumor, exigiéndome que les prepare la leche.
Debo confesar que terminé la semana agotada por demás. A mis tres trabajos se le sumaron dos: la casa y las niñas. Por eso, todo lo que deseaba era que el padre las viniera a buscar el fin de semana y se las lleve por lo menos durante dos días seguidos. ¡Quería que se las lleve!
¿Está mal admitirlo? ¿Está mal sentirlo? Yo creo que no, cuando una se ocupa tanto de ellas. Podemos quedarnos bien tranquilas porque somos seres humanos. La super mamá que vive siempre feliz es sólo una utopía, un cliché de las publicidades. Si bien disfrutar de los hijos las 24 horas del día tiene su lado bueno, ¿por qué no reconocer que también se vuelve un poco insalubre? Terminamos con los nervios de punta.
Seguramente, mientras lean estas palabras muchos deben estar pensando que soy la peor madre. Pero muchas otras madres se sentirán identificadas con lo que digo. ¿A quién no le ha pasado sentir un agotamiento físico y mental luego de atender a los niños? ¿Se animan a confesarlo? Esto no quita que sintamos que los hijos son y serán siempre lo mejor que nos pasó en la vida.

Algunos consejos:
-Cuando se pasa mucho tiempo con los chicos es normal que nos sintamos exhaustas. No es malo aceptarlo
-Para evitar culpas, en la medida que se pueda, sería bueno reservarse un día entero para ellos.
-Tampoco como adultos debemos aislarnos. Les aconsejo tener algún programa para ustedes: por ejemplo, ir al cine o verse con alguna amiga. Los abuelos o tíos pueden colaborar para cuidar a los niños
- Si se sienten bien, es bueno darles alguna actividad que los mantenga ocupados, al menos por un rato, cuando queremos concentrarnos en nuestro trabajo.

- No está mal pedir ayuda a familiares o amigos cuando no podemos más.
- Por último, hay que tener un poco de paciencia y pensar que en unos días todo vuelve a la normalidad.

Comentarios