El secreto de un buen masaje

¿Has ido a un centro de belleza en busca de relajación y lo único que has sentido es un leve cosquilleo? Una terapia manual eficaz es mucho más que una mera sesión de mimos, te desvelamos las claves de las más demandadasia.









En el gimnasio, en la carta del servicio de habitaciones de los hoteles, en los salones de belleza, a domicilio... Darse un masaje es hoy mucho más fácil que hace unos años. Estas técnicas manuales, terapéuticas o por puro placer, están a la orden del día. Este ‘masaje boom’ tiene su doble faz, y es que hay mucha oferta pero ¿es toda válida? ¿Sabemos cómo debe ser un buen masaje? ¿Tiene que doler o ha de ser siempre placentero? ¿Qué se esconde bajo sus sugerentes y a veces desconocidos nombres?
Aunque las técnicas y las finalidades puedan variar, todos los masajes comparten la búsqueda del equilibrio entre cuerpo y mente –además de esa ‘ridícula’ sensación que se experimenta al enfundarse las braguitas de papel–. Otro punto que comparten es la de proporcionar bienestar. ¿Cómo lo consiguen? Al estimular la piel y los músculos se produce una mejora del sistema circulatorio (favorece el retorno venoso), las células se oxigenan y se eliminan toxinas. Por no hablar de los beneficios psicológicos: disminución del estrés y la ansiedad, mejora del sueño... ¡Hay quien dice que incluso los pensamientos negativos disminuyen!
Los hay para todos los gustos, faciales, corporales, relajantes, energizantes... Algunos siempre han estado ahí como el masaje californiano, puro relax; el sueco, uno de los más antiguos y que mezcla percusión sobre la espalda, vibraciones y fricciones sobre la piel; el descontracturante, con fines absolutamente terapéuticos y que se realiza con estiramientos y manipulaciones específicas sobre zonas del cuerpo dañadas (este en concreto requiere un conocimiento muy exhaustivo de la anatomía humana), etc. Pero también hay otros que, a pesar de llevar practicándose siglos, son más desconocidos. ¿Algunos ejemplos? El masaje con piedras calientes, el tailandés, la técnica shiatsu...
De entre todos ellos hemos seleccionado cuatro y hemos hablado con expertos para que nos saquen de dudas y nos expliquen en qué consiste cada técnica. El objetivo es llegar a poder diferenciar un buen masaje de uno que no lo es. ¿Preparada? Pues relájate y sigue leyendo


Masaje Tailandés
Activa el metabolismo y mejora la circulación y el nivel muscular. Se realiza con movimientos lentos y estiramientos combinados con digitopresión (con los dedos) de distinta intensidad (suave, media o fuerte). El masajista apoya su peso sobre tu cuerpo, subiéndose encima de la camilla, de ahí que quien lo da (por lo general mujeres) es ágil, de complexión pequeña y enérgica.
Yampee, masajista tailandesa de Salus Center, nos explica que “puede ser algo molesto, la modalidad ‘fuerte’ podría provocar un leve dolor, dependiendo de cómo se encuentren los sistemas óseo y muscular. Una persona acostumbrada a hacer deporte lo recibirá mejor, pero el suave es perfecto para todo aquel que no esté en forma”. El masaje empieza de forma suave y poco a poco se va ajustando la intensidad de las maniobras a tu estado físico. “Si te lo dan sobre la piel y no sobre una prenda de algodón no lo estarán haciendo bien –cuenta Yampee–.Tras el masaje, lo normal es pasar un par de días un poco molesta, pero después la sensación es de bienestar total”, concluye.


Masaje Californiano
Indicado para combatir los elevados niveles de estrés provocados por el ritmo de vida actual, te ayuda a tomar conciencia del cuerpo físico en un momento preciso. Además, relaja, drena y combate el cansancio y la fatiga. Carmen Navarro, directora de los centros de belleza que llevan su nombre, nos detalla la técnica: “Se realiza con deslizamientos manuales que van desde la punta del pie hasta la cabeza. Los movimientos deben ser muy largos y flexibles, para ir eliminando los nudos musculares, y estar sincronizados con el pulso vital de quien lo recibe”.
Es un masaje indoloro y, al terminar, debes estar descansada y cargada de energía. Además, en la hora que dura la sesión, el masajista no debe despegar las manos ni perder contacto con tu cuerpo. “Si sientes dolor o el masajista no usa los antebrazos en las maniobras, no será un buen masaje”, termina Carmen.

Masaje con piedras
Revitaliza, estimula el metabolismo celular y la circulación sanguínea, aportando una sensación sedante. Se realiza con piedras volcánicas calientes y aceites aromáticos siguiendo los canales energéticos del cuerpo (siete principales y varios secundarios). La aplicación prolongada permite que el calor penetre hacia el tejido muscular y las articulaciones, ayudando a eliminar toxinas.



Estrella Pujol, directora de Oxigen, nos previene: “Las piedras volcánicas han de ser basálticas, de lava densa y oscura, son las que permiten una mayor retención del calor sin riesgo de quemaduras”. Si tienes tensión muscular en alguna parte de tu cuerpo, es muy probable que cuando deslice la piedra sobre la contractura por primera vez sientas alguna molestia. Esta sensación desaparece enseguida y llegas a un estado de bienestar y relajación absolutos. “Las piedras no pueden estar muy calientes, el masajista debe tener un cuenco de agua fría para regular la temperatura”, explica Estrella.

Shiatsu
Masaje terapéutico y relajante de origen japonés, también conocido como digitopuntura. El experto presiona con los pulgares y las palmas de las manos puntos y zonas específicas de tu cuerpo. Así optimiza las distintas funciones fisiológicas aumentando tus defensas, mejorando la circulación, el funcionamiento del sistema digestivo y el control hormonal. También contribuye a la flexibilización de los músculos y de las articulaciones y equilibra el sistema nervioso.
Inma Blanquer, directora de Shiatsu Assari, comenta que “el shiatsu tradicional es una terapia integral. Si sólo se realizan maniobras locales, no se puede hablar de shiatsu. Además, la presión en algunos puntos puede producir un ‘dolor agradable’ y es una buena señal, que al finalizar la sesión, baje la temperatura corporal”. Es posible que, tras las primeras sesiones, sientas cierta fatiga, cansancio, somnolencia e incluso molestias. Eso es señal de que el proceso curativo ha comenzado. Pero ojo: “Las maniobras se deben realizar sobre la piel y no sobre tejido”, avisa Inma.

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