Hombres mantenidos, un género muy especial


Shakira, Madonna o Britney Spears los conocen bien y, en su momento, los quisieron como eran, con tal de conservarlos a su lado. Los hombres mantenidos por sus mujeres existen en todos los ambientes y niveles sociales. Pero no son todos iguales.

Por supuesto que dentro de esta clasificación no se encuentran los que ganan menos que sus esposas, que al menos cuentan con una profesión o aportan algo de dinero a la economía familiar.


Sin embargo, aún así hay de diferentes clases: están los “bon vivant” o, directamente, vividores, que a cambio de su presencia en el hogar se dedican a no hacer nada. Pero también existen los que quizás ocupan un rol más femenino y deciden hacerse cargo de la familia y de la casa mientras su mujer se encarga de traer el pan de cada día. Es decir, un verdadero cambio de papeles en la pareja. ¿Quién puede juzgarlos y decir que está mal? Hay mucho prejuicio contra este tipo de hombres, pero no todos los mantenidos son vagos. Entre los cónyuges hay ciertos pactos en los que ambos logran crear un equilibrio aportando algo que beneficia a la relación o a la familia.

Esa es la historia de Jorgelina y Alejandro, quienes se conocieron cuando ella estaba haciendo la residencia de la carrera de psiquiatría en un hospital en el que él tenía internada a su hermana.

Jorgelina ya estaba a punto de recibirse de médica psiquiatra, con el mejor promedio de la facultad, y Alejandro trabajaba como seguridad en una embajada. Aunque no parecían tener nada en común a simple vista, el amor golpeó sus puertas.

Así se juntaron, un tiempo antes de que ella consiguiera su título tan preciado. Más tarde se casaron y tuvieron dos niños. A Jorgelina nunca le gustó la profesión de su marido, le parecía que era muy peligrosa y siempre intentó incentivarlo para que buscara otro trabajo.


No había otra opción. Ni los dos jornales juntos sumaban lo que le prometían en su nuevo empleo. No tardaron en ponerse de acuerdo y emprendieron un viaje hacia la nueva vida. Por supuesto que Alejandro debió renunciar a su trabajo.

Allí, Jorgelina comenzó una carrera muy prestigiosa. Sin embargo, su marido nunca lograba encontrar un empleo que lo convenciera. Por otra parte, alguien debía cuidar de los niños ya que ella pasaba largas horas afuera de la casa.
Finalmente llegaron a un acuerdo, mientras que Alejandro no consiguiera trabajo se encargaría de las tareas hogareñas. Y así fue. Tan bien resultó el nuevo sistema familiar que de a poco Alejandro desistió de seguir buscando empleo.


Hoy el amo de casa es él. Aún continúan manejándose así y todos están felices. Alejandro lleva y busca a los chicos al colegio, revisa los cuadernos, hace las compras y espera a su mujer con la comida preparada. Jorgelina sale todos los días muy temprano para trabajar en la clínica y llega a casa al anochecer.

Más allá de los conflictos normales que puede tener cualquier familia, la fórmula terminó por ser la indicada. Claro que para eso ambos integrantes de la pareja debieron despojarse de todos los prejuicios.

Pero el argumento de él era que no sabía hacer otra cosa. Apenas había conseguido recibirse en la escuela secundaria. Fue la discusión eterna de la pareja hasta que a ella un día le llegó la oportunidad de trabajar en una clínica muy importante del interior del país, en donde ganaría un sueldo bastante alto y le daría mucho prestigio a su carrera.
El verdadero mantenido es diferente. Simplemente no trabaja, no gana su sustento y depende de una mujer que los aguante para seguir subsistiendo.

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