Bebedor moderado, ¿buen amante?


El alcohol ayuda a desinhibirse pero aunque pensamos que es un poderoso estimulante y excitante sexual, el alcohol afecta al rendimiento sexual.

Alcohol y sexo, ¿son compatibles? Esa es la cuestión. La respuesta, categóricamente no. Según una encuesta el 45% de los hombres y 68% de las mujeres consideran que el alcohol aumenta la posibilidad de disfrutar el sexo, pero las investigaciones indican lo contrario al probarse que produce efectos negativos sobre las señales fisiológicas de excitación sexual.
 
Sin embargo, quedar para cenar o "tomar algo" suele ser la manera más común de romper el hielo y ligar, o al menos intentarlo. Cuando nos tomamos un vino, una cerveza o una copa nos relajamos y parece que nos soltamos más en todos los sentidos. Con cada sorbo nos vamos animando, y la conversación comienza a fluir de una manera más natural, y se produce un acercamiento físico que comienza con gestos sencillos como acercarnos más de lo normal para que se nos escuche mejor.

El caso es que existe la percepción general de que el alcohol tiene un efecto desinhibidor y relajante que puede llegar a alterar el comportamiento e incluso la pérdida del control sobre algunas de emociones. De manera que a priori puede ‘facilitar' la aparición del impulso sexual, pero dado que también inhibe partes del sistema nervioso autónomo (ubicado en el cerebro), implicadas en la respuesta de erección, dificulta el que ésta pueda llevarse a cabo y en consecuencia dificulta la penetración y el coito.

Pero también hay datos de que el hábito de consumo eventual y moderado de alcohol suele corresponder a un estilo de vida más cercano al disfrute de los placeres. Los resultados de una investigación desarrollada en Australia aseguran que los bebedores moderados registran un 30% menos de problemas sexuales que los abstemios. ¿En qué quedamos?

La clave está en esa palabrita que nos repiten sin cesar en la publicidad de las bebidas alcohólicas: moderación. Es decir, sin entrar en la adicción pero tampoco en otras posturas extremistas como la abstinencia total, que se relaciona con un sentido puritano y de contención que podría contaminar también el ámbito de las relaciones sexuales. Estas conductas pueden esconder personalidades obsesivas, déficits de autoestima, etc.

En cuanto a los efectos secundarios del alcohol en la calidad de las relaciones sexuales, como en casi todo, hay diferencias según el sexo. En los hombres dificulta la erección, disminuyendo el goce y la intensidad del orgasmo masculino. En este sentido diversos estudios dejan clara la evidencia de que el alcohol tiene una influencia letal sobre las funciones sexuales. El 65% de los hombres alcohólicos sufren disfunciones sexuales más o menos graves.
En muchos casos esta situación es vivida como un fracaso por parte del hombre y a partir de ahí comienza a desarrollar sentimientos de ansiedad que dificultaran nuevamente la respuesta de excitación sexual en el siguiente encuentro. De esta forma puede establecerse un círculo vicioso que le mina la moral.

El efecto del alcohol en las mujeres es diferente. Ingerido con moderación, dificulta la respuesta orgásmica. Además, los sentidos se debilitan y hay una pérdida de la sensibilidad que puede restar considerablemente las posibilidades de alcanzar el orgasmo.

Por otro lado, la vulnerabilidad de la mujer ante el alcohol y las intoxicaciones es mucho mayor que en el hombre porque tienen menos fluido corporal y más tejido adiposo (grasa), lo que se traduce en que absorben 30% más alcohol en su sangre que el hombre.

Por otro último, el consumo continuado de cantidades de alcohol elevadas puede producir trastornos endocrinos, neurológicos y vasculares irreversibles, que reduzcan de forma permanente la respuesta sexual.

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