Consejos para que pongas bajo control a los granitos y las espinillas


Su origen radica en un exceso de producción sebácea mezclada con las bacterias que viven en nuestra piel. Las causas pueden ser varias, pasando por altibajos hormonales, la acumulación de células muertas sobre la piel… el resultado acaba siendo el mismo: una obstrucción del poro que impide liberar el sebo y se infecta. Existen muchos tipos de acné pero los casos más comunes pueden controlarse y solucionarse con rutinas higiénicas diarias y con productos específicos, así que no desesperes.

Lo primero es mantener la piel limpia para evitar la acumulación de grasa y bacterias en los poros. Para ello es imprescindible limpiar tu piel mañana y noche con productos limpiadores que “liberen” los poros y les permitan respirar. Exfoliar la piel también es un paso necesario, al menos una o dos veces por semana, para garantizar la eliminación de las células muertas, acabar con el exceso de grasa y aportar a tu piel una mayor sensación de suavidad. La exfoliación favorece el proceso de renovación celular así que incorpórala a tu rutina de belleza.



¡No caigas en el error de no hidratar tu piel! El nivel de hidratación se refiere al nivel de agua que posee la piel y no tiene nada que ver con las secreciones grasas. Una piel grasa puede además estar deshidratada si no utilizamos productos específicos para ello.


Hemos hablado del acné comun, pero ¿qué ocurre a partir de los 25 años? Como afirma el dermatólogo José Luis López Estebaranz, "cada vez hay más mujeres que padecen el denominado acné adulto, debido al estrés en la mayoría de los casos", pero también puede ser un reflejo de padecer quistes en los ovarios.


Si padeces acné adulto, lo mejor es que lo consultes con tu dermatólogo para que sea él quién determine las causas y elija un tratamiento. Mientras tanto, reduce el consumo de alimentos grasos, que no están directamente relacionados con la aparición del acné pero que sí pueden aumentar la producción sebácea, y consulta a tu famacéutico sobre qué hidratantes te pueden ir mejor.
Si tu piel es grasa y las texturas untosas te resultan pesadas, elige hidratantes específicas para tu tipo de piel. Suelen ser lociones con textura gel de rápida absorción que además incluyen activos purificantes y matificantes, como ácido salicílico, vitaminas y zinc. Puedes utilizar matificantes especícos combinados con tu tratamiento. Un buen truco es llevar siempre contigo papelitos matificantes que absorban la grasa superficial al instante y eliminen los brillos.

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