¿Que buscan cuando se van con otras?


Dicen que persiguen lo que no encuentran en casa. ¿Y eso qué es? Casi siempre lo mismo: diversión, buen sexo y ¡amor! Apunta estas claves para evitar sorpresas inesperadas

En el fondo lo sabemos: hay un gen cazador dentro de todo hombre que les impulsa hacia la aventura y el riesgo. Si en pareja vive una relación plana con “todo ganado” podría verse atacado por el tedio y la rutina y no soportarlo. Y somos el segundo país del mundo, después de Brasil, que más acudimos al divorcio como método para poner fin a los problemas conyugales. Pero hay un antídoto para el veneno del aburrimiento: el juego.


Pero el sexo 10 no lo proporciona sólo la cama. La doctora Patricia Love escribe en su libro Hot Monogamy: “La comunicación verbal es una de las claves para una buena vida sexual. Cuando las parejas comparten libremente sus pensamientos y emociones en el transcurso del día crean un alto grado de confianza y de conexión emocional entre ellos, lo cual les brinda la libertad para explorar su sexualidad sin trabas ni tabúes. La intimidad genera buen sexo”.

Pero ojo, porque cuando la confianza lleva a una excesiva llaneza, la libido se esfuma. Toma nota: el ranking de la erótica masculina está encabezado por el sexo oral, que además de ser un enorme placer, favorece la verdadera intimidad física, según el gurú de pareja Michael Webb, considerado por los medios de comunicación estadounidenses “el hombre más romántico del mundo”. Y en ese ranking de prácticas sexuales le siguen de cerca las caricias y los masajes sensuales.

John Gray nos orienta con un ejemplo en Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus (Ed. Grijalbo): “La mujer cree que está dando amor cuando hace un montón de preguntas atentas; esto puede fastidiar mucho al hombre. Y cuando la mujer está disgustada, él cree que le da amor y apoyo haciendo comentarios que quitan importancia a los problemas de ella, lo que hace que ésta se sienta minimizada y desatendida”.

Entonces, ¿qué necesita un hombre para sentirse amado? Sencillo: apoyo, lealtad y sexo. Así lo segura el estadounidense Steve Harvey, maestro de la seducción, presentador, humorista y autor de numerosos best seller sobre relaciones. En el último, Código Sexcreto (Ed. Aguilar), un libro escrito para las mujeres acerca de cómo seducir, asegura: “A los hombres les gusta impresionar, y sentirse interesantes. Eso les impulsa a dar más de sí mismos”. Así que, cuando un hombre se deja seducir por otra que no eres tú, piensa que otra le ha hecho sentirse seguro, apoyado y querido. Y entonces se dan en ellos cambios sorprendentes que tú nunca habrías pensado que podrían ocurrir como que salgan a bailar (¡contigo nunca quiso!), que recuperen su afición por el cine (¡si ya no le gustaba!) o consigan unos abdominales de gimnasio.

“El aprisionamiento debilita el deseo –asegura la psicoterapeuta Esther Perel–. La falta de espacio para actuar con autonomía, para poder ser uno mismo, ya sea por acoso y dependencia de la propia pareja como por un exceso de obligaciones diarias, acaba creando una reacción de rechazo e incluso de huida. Esos casos en los que el hombre desaparece sin dar explicaciones. En la vida en pareja delimitar el espacio entre tú y yo es necesario”. Si el círculo en el que os habéis metido es muy intenso, cuidado.

Si se va con otra, será con una que entienda sin titubeos su necesidad de espacio y se lo dé. En ese momento, ella entrará en la categoría de cómplice, de compañera, de amiga... y tú no. Les excitan las mujeres con autoestima. Los hombres construyen su autoestima sin necesidad de refuerzos externos, y por eso les gustan las mujeres que vienen con el kit de “cuánto valgo” incorporado. Con ellas, aunque se pongan nerviosos a veces, se sienten como pez en el agua. Por eso se les van los ojos tras ellas. No en vano, Carmen Serrat-Valera, psicóloga experta en parejas, nos cuenta en ¡Adiós, corazón! (Alianza Editorial): “Solamente las personas que se quieren a sí mismas pueden ser queridas por los demás”. Y explica que la autoestima “implica una actitud sincera hacia uno mismo, estar dispuesto a comprender nuestras cualidades y nuestras limitaciones, y no sólo aceptarnos, sino gustarnos”.
Los psicólogos insisten en que jugar renueva nuestras relaciones. El problema es que unos y otras, con el tiempo, nos deslizamos por inercia hacia la comodidad. La terapeuta neoyorquina Esther Perel, en su libro Inteligencia erótica (Ed. Temas de Hoy) hace hincapié en que la pareja debe moverse en un terreno algo inestable y nos invita a “introducir riesgo en la seguridad, misterio en lo familiar e innovación en lo duradero. El erotismo requiere cierta distancia”. Y funciona. Sustituir los rutinarios “Te quiero” por insinuantes emails, SMS, sonrisas o miradas cómplices hace que nos veamos mutuamente con otros ojos. Por no hablar de la eficacia de introducir cambios en la cama: la novedad, por muy pequeña que sea, es un excelente afrodisíaco.

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