Si el problema sexual está en el cuerpo

De momento, hemos visto motivos o situaciones que pueden provocar directamente disfunciones sexuales, pero todas desde un punto de vista social, psicológico o comportamental. Sin embargo, en el origen de numerosas disfunciones encontramos causas puramente físicas.



En el acto sexual intervienen unos órganos (básicamente el pene y la vagina) y unos sistemas neurovasculares, además de unas glándulas endocrinas, que, en buena medida, son las responsables del deseo. Por eso es lógico que la primera necesidad para disfrutar de las relaciones sexuales sea que estos órganos estén sanos y no haya nada que les cause dolor. Cualquier trastorno que les afecte puede ser causa de una disfunción sexual.

Más de cien causas de disfunción sexual se relacionan con enfermedades o traumatismos, y sus efectos sobre las relaciones sexuales, especialmente las de larga duración, son muchos y variados. Un ejemplo lo constituyen los trastornos cardiovasculares. El miedo a los excesos (y, por lo tanto, a una posible muerte derivada de ellos) sigue muy vivo entre muchos supervivientes de infarto de miocardio.

Sin embargo, la creencia de que el sexo está descartado después de un ataque al corazón generalmente es equivocada: la muerte debida a un ataque cardíaco durante la actividad sexual se produce normalmente por coitos demasiado violentos, después de una comida demasiado copiosa o un elevado consumo de alcohol. Por ello, conviene resultar con el médico la posibilidad de reanudar la práctica sexual. Los vasos sanguíneos participan activamente en la erección, por lo que las enfermedades vasculares pueden ser causa directa de impotencia.

También las infecciones del tracto genitourinario pueden afectar negativamente a la relación, convirtiendo estos problemas a largo plazo en una disfunción sexual. En algunos hombres, la infección del tracto urinario puede provocar el cierre total de los conductos que parten de la glándula prostática. La enfermedad inflamatoria pélvica, una infección que puede afectar a las trompas de Falopio, puede afectar a las relaciones sexuales en algunas mujeres, ya que un dolor pélvico profundo durante el coito podría deberse a este tipo de dolencia.

La distrofia muscular se caracteriza por una debilidad progresiva y por la degeneración del tejido muscular, y a medida que ésta progrese, aumentarán las dificultades para

mantener una buena relación sexual. Por ejemplo, la artritis produce dolor y deformaciones en las articulaciones, lo que puede causar problemas en algunas posiciones durante el coito.

Otro ejemplo: si existen tumores en la hipófisis (la glándula que se encuentra en el cráneo y que es la encargada de segregar hormonas), ésta segrega una gran cantidad de prolactina, sustancia que inhibe la producción de testosterona, por lo que puede desaparecer el deseo sexual. En general, siempre que una persona esté enferma, tendrá debilitadas sus facultades y, si además tiene dolores o molestias, suele perder el interés por la sexualidad.

El cerebro desempeña un papel muy importante en el deseo sexual ya que recibe los impulsos externos que le envían los sentidos, y de este modo, facilita el placer y el orgasmo. Si no existiera esta comunicación entre el cerebro y los órganos genitales podría darse el caso de que un hombre eyaculase mediante una estimulación genital, pero no sentiría placer.

Dolores de espalda
Muchas personas padecen dolores de espalda o de riñones. Y algunas de ellas renuncian a su sexualidad por el dolor que experimentan durante las relaciones sexuales. En tales casos, la iniciativa de los movimientos debería tomarla la persona que no sufra los dolores. Si es la mujer la que tiene dolores de espalda o lumbares, debe permanecer tumbada sobre la espalda, con las piernas separadas y las rodillas dobladas. El hombre debe apoyarse en sus propios brazos para evitar toda presión sobre la mujer y estirarse entre las piernas de ella.

Si, por el contrario, es el hombre quien sufre las molestias, puede permanecer estirado sobre su espalda o sentado en una silla, y la mujer se sentará encima de él apoyándose en las piernas para evitarle toda presión. La postura de la mujer arrodillada e inclinada hacia delante mientras el hombre permanece de pie y la penetra por detrás, también está indicada en estos casos.

Los fármacos
Algunos medicamentos pueden afectar a la función sexual más aún que la enfermedad para la que han sido prescritos, aunque todo dependerá de la dosis y la frecuencia con que se tomen, de la duración del tratamiento, de su compatibilidad con otros fármacos, etc. Los dos grupos de fármacos que más alteran la respuesta sexual son los antihipertensivos (recetados para disminuir la presión arterial) y los psicoactivos, los que actúan sobre la mente. Además, algunos preparados para suprimir el apetito, tales como el dietilpropión, la fenfluramina o la fentermina pueden asociarse con una reducción de la libido y con dificultades eréctiles. Se cree que la fenfluramina puede producir una disminución del interés sexual en el 85 por ciento de las mujeres que la toman.

Los antihistamínicos, tomados para aliviar los síntomas de los resfriados o de las alergias, pueden producir un cierto efecto de somnolencia, lo cual puede reducir la libido. Los relajantes musculares (orfenadrina y ciclobenzaprina, por ejemplo) también pueden provocar disfunción eréctil como resultado de su efecto sedante.

El alcohol y el tabaco
¿Cuántas veces se ha vinculado el consumo de alcohol y tabaco con las relaciones sexuales?En libros, películas, revistas, etc., infinidad de veces. Pero no todo es tan bonito. En el caso del tabaco, está claro: uno de los grandes efectos de la nicotina es el endurecimiento de las arterias, y recuerda que la erección se produce por un mayor flujo de sangre al pene. Si las arterias están endurecidas no podrán expandirse lo suficiente, y el estrechamiento de los vasos sanguíneos podrá impedir la erección.

En el caso del alcohol, Shakespeare, en Macbeth, ya dejó escrito que «provoca el deseo, pero anula la función». No iba desencaminado, porque el alcohol (en dosis moderadas) actúa como desinhibidor, al deprimir los centros cerebrales que controlan el miedo y la ansiedad. Pero el abuso de alcohol, además de reducir la capacidad de erección a corto plazo, puede destruir el sistema nervioso central y contribuye a la pérdida de capacidad estéril en la gran mayoría de los bebedores. El alcohol dificulta la producción de hormonas y disminuye el nivel de testosterona en el hombre y de estrógenos en la mujer.

Además, el estado de alcoholismo agudo, aunque inicialmente despierte el deseo, muchas veces impide la erección, lo que puede ser la causa de las reacciones violentas que con frecuencia provoca, ya que al no poder desarrollar el acto sexual, se descarga la ira sobre la pareja. Por otra parte, el alcohol disminuye los reflejos y las sensaciones, así que el orgasmo será menos intenso.

Sexo y edad
Los hombres sanos pueden continuar siendo sexualmente activos entre los sesenta y los setenta años. Muchos casos de deterioro sexual en hombres mayores son el resultado de una enfermedad o de problemas de alcoholismo. Aunque la frecuencia de la erección puede reducirse algo con la edad, la capacidad para tener una erección en un hombre sano de sesenta años generalmente subsiste.

Las mujeres, por su parte, pueden alcanzar el orgasmo durante toda su vida, porque la menopausia no marca ni mucho menos el final de la actividad sexual. Si la mujer mantiene regularmente una estimulación eficaz no hay razón para que no sea capaz de experimentar una actividad sexual placentera. La lubricación vaginal y la velocidad a la cual se produce puede disminuir después de la menopausia, pero este pequeño problema puede arreglarse con suplementos de estrógeno.

En definitiva, cualquiera que sea la causa de la disfunción, es importante tener muy en cuenta que, por regla general, casi nunca tiene una sola causa.

Normalmente obedece a múltiples razones, de diversa índole. Sea cual sea el caso, las disfunciones sexuales pueden llegar a producir distintos grados de conflicto en la pareja, según el significado e importancia que cada miembro dé a la sexualidad: existen parejas que lo asumen como algo normal y que se resignan al problema, otras que lo afrontan con naturalidad y lo resuelven rápidamente, y otras muchas que se dejan arrastrar por una espiral de problemas, reproches o tensiones derivadas de esa disfunción.
Por ejemplo, la diabetes puede dificultar la erección en el hombre. Por eso, cuando exista una disfunción sexual es importante llevar a cabo una revisión médica para comprobar cuál es la causa. La sexualidad masculina se ve más afectada por causas orgánicas que la femenina.

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