Varices: ¿Hay que operarse?


Si tienes varices pero temes operarte, no tengas miedo: se trata de una operación relativamente simple cuyos resultados son asombrosos. Todo lo que necesitas saber sobre los tratamientos quirúrgicos.

¿Por qué tratar quirúrgicamente las varices? Principalmente, para lucir unas buenas piernas. Sin embargo, el tratamiento contra las varices puede tener otros objetivos:

 Calmar el dolor cuando éstas perturban demasiado la vida cotidiana.
Luchar contra el edema secundario que produce la mala circulación venosa.

Prevenir complicaciones tales como los problemas cutáneos (úlcera, dermatitis).

Más raramente, eliminar los coágulos formados en el interior de la variz (flebitis superficial)

Mejorar la estética


Según las circunstancias, son dos los procesos que pueden utilizarse:
Una operación o una escleroterapia. Este último consiste en inyectar un producto en el interior de la vena varicosa para pegar las dos paredes de la vena y cerrarla.
 La esclerosis y la cirugía se complementan

 La elección de uno de estos dos métodos puede ser arbitraria y estar influenciada por preferencias personales. No obstante, la escleroterapia suele ser más eficaz contra las varices incipientes y cuando el reflujo de la cabeza hacia los pies no es demasiado importante. Pero cuando las varices son muchas y grandes, y si el reflujo es notable, la cirugía se torna indispensable.
Sin embargo, la escleroterapia y la cirugía no son tratamientos opuestos. Al contrario, es frecuente completar la intervención con una escleroterapia de las varices restantes para mejorar los resultados. 

Muchas técnicas quirúrgicas
Son muchos los métodos que pueden utilizarse para destruir o extirpar las varices. Uno de los más clásicos es el stripping, que consiste en quitar la vena principal de los miembros inferiores (vena safena) efectuando una pequeña incisión en el tobillo y otra en la ingle. El stripping puede completarse con otras intervenciones quirúrgicas. El cirujano puede, por ejemplo, extirpar las pequeñas venas varicosas que se han desarrollado a partir la vena safena.
El uso de la técnica quirúrgica denominada Cura hemodinámica ambulatoria de várices (CHIVA) se ha extendido en los últimos años, y consiste en aplastar las varices sin quitarlas, uniendo el tronco de la vena safena en diferentes puntos. Suele dar buenos resultados pero es bastante compleja de realizar.
  Otro método es la criocirugía, que emplea una sonda cuya extremidad se enfría a muy baja temperatura, lo que permite congelar la vena para que se pegue a la sonda y pueda retirarse.
Más reciente es la Ablación selectiva de las varices bajo anestesia local (ASVAL), que resulta menos agresiva que el tratamiento quirúrgico tradicional porque las varices se extirpan mediante micro incisiones practicadas con anestesia local, lo que permite que la paciente pueda irse a casa inmediatamente después de la intervención.

En la práctica
El cirujano vascular elegirá una u otra técnica en función de su experiencia y de sus preferencias, pero también en función de la importancia de las varices y de su localización. No obstante, las técnicas pueden usarse de manera asociada.
Según la naturaleza de la operación, ésta puede requerir de una internación de varios días, como sucede con el stripping. La intervención puede realizarse con anestesia general o local.
El postoperatorio suele ser sencillo y la paciente podrá caminar al día siguiente de la operación. Tras el stripping, sin embargo, se aconseja hacer reposo total durante algunas semanas. Los dolores, que aparecen algunos días después de la operación, son insignificantes, pero las piernas quedan cubiertas de moratones.

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