Es difícil trabajar con mi pareja




Tal vez uno de los retos cruciales al que nos enfrentamos en el terreno laboral es formar un equipo de trabajo si no perfecto al menos eficiente. Lo ideal es rodearnos de colaboradores que no sólo tengan los mismos fines sino que compartan los medios para llegar. Un colaborador eficaz es alguien que conoce tus ideales de servicio, calidad y método, alguien que reconoce y comparte tanto tus valores profesionales como humanos, alguien que en muchos casos prácticamente puede leerte la mente.
Cuando leo el sueño de colaboración profesional descrito arriba, no puedo más que preguntarme: ¿cómo es posible que tantas parejas que, por diversas circunstancias, se ven ante la necesidad de trabajar juntos, en vez de sentirse benditos por su situación, la padezcan y la aborrezcan? Al fin y al cabo, se supone que tu pareja sentimental es alguien que comparte valores contigo, que te conoce al grado de anticiparte, que te respeta, que confía en ti, que desea tu éxito y que está contigo en las buenas y en las malas. Si todos tus colaboradores cupieran en esta descripción tu empresa sería la más eficiente y eficaz del planeta.

Por lo tanto, me parece que trabajar con tu pareja debe ser una delicia, un privilegio que debería enorgullecerte y fortalecerte. Claro que la rutina y la tensión en la chamba son fieras difíciles de domar; si lo piensas un poco, esos dos lastres se pueden colar tanto en tu vida laboral como en tu vida amorosa. Sin embargo, existen mecanismos para facilitar la convivencia; si te llevas lo mejor de tu relación sentimental al trabajo, es posible que puedas asimismo llevarte lo mejor del trabajo a casa. De manera que lo que a simple vista parece un martirio —pasar tantas horas juntos con tu pareja— puede transformarse en una oportunidad inigualable.

En primer lugar, debes tener muy claro que el escritorio no es tu lecho, y la cama no es tu taller. Es fundamental comenzar por establecer las zonas limítrofes. Ya luego encontrarás forma de aplicar el Kama Sutra en la sala de juntas sin afectar el ritmo de trabajo, o de repasar tu cartera de clientes como conversación de almohada sin matar al deseo. Mientras tanto, deja el teclado en la oficina y la regadera en casa.

No obstante, lo que sí puedes y debes extrapolar de un lugar a otro y de regreso es la experiencia y la estrategia. Es fundamental que pienses en positivo. Pon mucha atención a las estructuras de comunicación y de organización que te funcionan en la intimidad para que las puedas aplicar con eficacia en la vida profesional.

Sobran ejemplos en la historia para entusiasmar y embarcar a cualquiera en el proyecto de trabajar con tu pareja sentimental. En todos los casos que voy a mencionar hay un objetivo común y reconocimiento mutuo. Nadie tiene precedencia sobre el otro, nadie está detrás; en todo caso, detrás de todo gran hombre hay una gran historia junto a una gran mujer.

De acuerdo a algunos especialistas, Manuela Sáenz es la mujer más influyente en la historia política de Sudamérica. Apodada por el mismísimo Simón Bolívar como “Libertadora del Libertador”, Manuela fue una pieza clave en la gesta de independencia de la Gran Colombia y del Virreinato del Perú. Comandó ejércitos, fraguó estrategias junto a Bolívar y sus capitanes, liberó un continente. La historia no le otorgó el debido crédito hasta casi dos siglos más tarde, pero cuentan las crónicas que eso a ella no le importó. Piensa en esto: ¿qué quieres ganar: un lugar en el museo de cera de Madame Truffaut o un pedazo del mercado?

Por otro lado, el reconocimiento es muy importante; mas no el reconocimiento del mundo en general, sino la apreciación de uno por la otra y viceversa. Si Bolívar no le hubiese dado su lugar, si no hubiesen colaborado juntos en la batalla con la misma devoción que sentían el uno por el otro, la historia de nuestros pueblos sería otra. Sabemos de entrada que ella le salvó la vida al menos una vez. Esa es una de las grandes ventajas de colaborar con tu pareja: a tu lado pelea alguien que te puede salvar el pellejo cuando menos te lo esperes. ¿No vale la pena resolver las dificultades?

Un caso actual es el de la actriz y productora argentina Christian Bach, casada con el productor y actor mexicano Humberto Zurita. A veces uno de ellos actúa y el otro produce, y luego intercambian roles. Y entre ambos han tejido una sustanciosa cadena de éxitos en cine, teatro y televisión. Recuerda esta lección: a veces te tocará ser el productor que pelea hasta con los dientes tras las sombras, y otras serás quien se lleve el glamour y los aplausos. Mientras cada uno tenga claro su papel en la telenovela, te espera un final feliz.





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