Combatiendo la alergia al polvo



Los ácaros del polvo doméstico provocan aproximadamente el 49 por ciento de todos los casos de rinitis alérgica. Estas criaturas, invisibles al ojo humano, están presentes de forma inevitable en todos los hogares ocasionando durante todo el año síntomas como estornudos, moqueo, congestión nasal, lagrimeo y enrojecimiento de ojos, asma y sensación de falta de respiración.

Seis de cada diez personas presentan síntomas de alergia a los ácaros del polvo doméstico. Pese a que la mayoría califican a esta alergia como "una verdadera enfermedad", únicamente el 15% ha sido diagnosticado.
Muchas personas que sufren alergia al polvo no lo saben porque los síntomas suelen asociarse a otras alergias respiratorias como rinoconjuntivitis, asma, alergia a las gramíneas. Además, suelen confundirse con la gripe común o catarro.
La única diferencia puede ser que los síntomas se desarrollan principalmente en el dormitorio o en la cama. Pero las alergias no solo las provocan los ácaros sino también sus heces que son microscópicas y difíciles de eliminar.

Consejos para librarte de los ácaros de una vez por todas:

Cambia (todos los días) la funda de la almohada. A los ácaros del polvo les gusta vivir en la almohada -en el área de contacto con la cabeza- porque el rozamiento continuo del pelo genera humedad y así pueden alimentarse y reproducirse con facilidad.
Por tanto, no está de más poner fundas anti-ácaros (también en el colchón), y reducir la humedad relativa en toda la vivienda, o al menos en el dormitorio, por debajo del 50 por ciento.

Nada de alfombras. Retira las alfombras del dormitorio y todos los objetos que acumulen polvo como cojines, mantas, colchas, etc.

Sé escrupuloso con la limpieza. En estos casos es conveniente hacer una limpieza regular (semanal), en agua caliente, de sábanas, mantas y cortinas o estores. Para eliminar el polvo de los muebles utiliza un paño húmedo, de esta manera se evitará que se traslade de un lugar a otro de la habitación.

Lávate el pelo a diario. Además de la caspa, a los ácaros les encanta campar a sus anchas por el pelo y alimentarse de las partículas que se han ido instalando aquí y allá a lo largo del día.

Ventila el dormitorio. Es el mejor modo de expulsar el polvo y los ácaros. En las zonas bien ventiladas no hay humedad, y así evitamos su reproducción.
Esta medida también hay que llevarla a cabo en invierno porque la menor ventilación de los hogares y el uso de mantas y edredones favorece la propagación de los ácaros.
Además, el cambio de ropa de estación incrementa su número, pues la ropa guardada acumula polvo y ácaros y al sacarla se moviliza hacia el ambiente.

Al llegar a casa, cámbiate de ropa. Aunque no lo veas ni lo notes, los ácaros son invisibles al ojo humano, están ahí. Los tejidos acumulan todo tipo de bacterias y partículas tóxicas. Así que ni se te ocurra tumbarte vestido encima de la cama y por supuesto, no pongas el pie en el borde para desatarte los zapatos.
Instala filtros del aire para retener a los alérgenos de los ácaros, extrema la limpieza del aire acondicionado, utiliza acaricidas, pinturas antihongos y deshumidificadores.

Mantente activo. El deporte es una verdadera cura para las alergias. Diversos estudios demuestran los efectos positivos del ejercicio físico para el sistema respiratorio, cardiovascular y muscular.

Evita los alimentos que pueden provocar una alergia cruzada. En el caso de los ácaros, estamos hablando del marisco. Aunque si no quieres renunciar a ello hay maneras de evitarlo, puedes tomarlo para comer pero no en la cena.

Además de los hábitos de limpieza, hay que tener en cuenta otros factores condicionantes como los animales domésticos o la existencia de fumadores en la vivienda.
Por último, se recomienda que "en caso de padecer una rinitis causada por los ácaros se debe acudir al especialista para realizar un correcto diagnóstico e iniciar así un tratamiento integral adecuado mediante la administración de fármacos que mejoren los síntomas."

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