Qué hay detrás de la crisis de la mediana edad?

¿Qué hay detrás de la crisis de la mediana edad?
Cuando llegan a determinada edad, muchos hombres y mujeres encuentran su vida aburrida y sienten que su existencia se vuelve rutinaria. Los hijos se acercan a la adolescencia y ésta dispara en los padres la nostalgia por la juventud perdida. Los adultos improvisan entonces fines de semana románticos, escapadas a hoteles con encanto, cenas a la luz de las velas... Pero el cansancio suele echar por tierra los intentos de escapar de la monotonía

Crisis de identidadEl hombre “cincuentón” no carece de encanto, sin embargo, a su mujer se le olvida demostrárselo. O, cansada de asumir las responsabilidad familiares y las profesionales, le hace reproches sin cesar. Y así es como la relación de pareja se vuelve tan amarga como el vinagre. En este momento delicado en el que el hombre recuerda su juventud con nostalgia y cuando siente que su cuerpo le traiciona, aparece la criatura de sus sueños… Se siente rebajado por su mujer y juzgado por sus hijos, pero ¡una mujer joven le encuentra fascinante!En el caso de la mujer, es su propio cuerpo –más que su pareja– el que la empuja a los brazos de un hombre joven. Las arrugas asoman y teme que ya nadie la encuentre atractiva, sobre todo con esas jovencitas que plagan las portadas de las revistas… La búsqueda de un hombre joven es la traducción de una voluntad de reafirmación, de saber que aún puede gustar.

Un rejuvenecimiento espectacular Mientras que confirma el interés por su nueva “conquista”, la víctima de la crisis de la mediana edad mira de reojo la vida agobiante que llevaba. Haciendo malabares con los horarios y las mentiras, la persona que engaña ve a su amante a escondidas. El riesgo y los imprevistos aderezan su vida, que se asemeja a la de un adolescente que disimula en presencia de los padres. El sujeto se siente preparado para dejarlo todo y comenzar de nuevo. Es como si la juventud le hubiese sido devuelta.

¿Amor o ilusión?

A veces, el hombre y la mujer se enamoran realmente de su amante, a pesar de la diferencia de edad. Pero, en estos casos, la clandestinidad no procura placer y la relación suele confesarse.Sin embargo, la mayoría de las veces la existencia de un amante no es más que un síntoma de narcisismo. El hombre hace prueba de su virilidad y se reconcilia consigo mismo. La mujer, reafirmada en su feminidad, acepta los cambios de su cuerpo. Pero ninguno se ha enamorado realmente de la persona, sino de la inyección de juventud que ésta les ofrece. La capacidad de seducir les devuelve el deseo de vivir.
Desafortunadamente, la relación con la nueva pareja enseguida se torna decepcionante: en su compañía es fácil sentirse viejo, fuera de lugar.
A menudo, la persona que atraviesa una crisis de la mediana edad termina por echar de menos el confort afectivo de su relación anterior. Un día le confiesa a su ex su desilusión y descubre con asombro su afinidad de pensamiento…

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