Boda diferente, por segundos matrimonios o por convivencia previa

 

Cómo organizar un enlace o banquete especial si los novios ya conviven, tienen hijos de casamientos anteriores, divorciados o viudos.


Las parejas cuyo casamiento es diferente, a veces se encuentran perdidas en cómo organizarla, tanto en el juzgado como en la iglesia, si se trata de segundas oportunidades.

En este artículo explicamos todo lo que es común a las otras bodas, y lo que suele cambiar, incluso con anulación de ceremonia incluida.

Protocolo y etiqueta: lo que es igual en primeras y segundas bodas.

Los meses más demandados para casarse son, por este orden, septiembre, octubre, julio, junio y mayo. Un año es el tiempo habitual para los preparativos de boda, si es por la iglesia, y seis si es por el juzgado.
Todas las parejas se pelean mientras la organizan, por la tensión que conlleva.
El protocolo de entrada en la ceremonia eclesiástica o civil es el mismo: el novio y la madrina esperan a la novia en la puerta, y los invitados dentro del recinto.
El primero en entrar en la iglesia o el juzgado será el novio con la madrina; posteriormente los niños con las arras y por último la novia dando el brazo derecho al padrino.
La novia no debe retrasarse más de diez minutos.
Los bancos más cercanos se reservarán para los familiares, los de la derecha para los invitados del novio y los de la izquierda para los de la novia.
A la salida, lo hará en primer lugar el nuevo matrimonio, seguido del padrino y la madrina, y después el padre del novio con la madre de la novia.

Segundas bodas, con hijos, con convivencia previa o con nulidad eclesiástica

Aunque se trate de una segunda boda, e incluso aunque convivan, si los novios todavía son jóvenes se recomienda hacer una petición de mano sencilla un mes antes, para que ambas familias se conozcan previamente a la ceremonia. Un intercambio de regalos, un ágape austero y el envío por el novio de un ramo de rosas blancas a la novia esa misma mañana serán suficientes.
Las segundas nupcias, no exigen tanto protocolo como las primeras –lo que incluye el banquete, el número de invitados y la vestimenta-, excepto si para la novia es su primera boda.
Los hijos de matri­monios anteriores –también en el caso de una boda homosexual- deben ocupar un lugar importante, tanto en la ceremo­nia como en el banquete.
Si un contrayente es viudo o su matrimonio ha sido anulado, puede volver a casarse por la Iglesia siempre que su pareja no sea divorciada ni separada. Sin embargo, no recibirá la bendición nupcial, ya que esta sólo se obtiene una vez en la vida.
Si existen buenas relaciones, los novios divorciados, anulados o viudos deben informar a sus ex o a sus anteriores familias políticas sobre su intención de volver a casarse, pero no invitarlos a la boda si sospechan que alguien puede sentirse incómodo.
Y aunque lleven conviviendo diez años, es costumbre que la noche anterior a la boda los novios duerman separados (entre otras cosas para que descansen en condiciones).

Etiqueta más relajada en los matrimonios entre parejas mayores.

Las bodas especiales permiten más relajación en el banquete, por lo que no está mal visto que los novios se sienten con sus amigos o hermanos, y no con sus padres, durante el ágape.
Respecto a los hijos de los contrayentes, aunque como se ha comentado debe reservárseles un lugar destacado en el banquete, el sentido común aconseja no juntar a los de ambos progenitores si no hacen buenas migas entre si.
Si son adolescentes o jóvenes se respetará que prefieran un segundo plano en caso de no estar conformes con la nueva boda, y si son adultos incluso que no quieran asistir, bien por no aceptar un segundo matrimonio de sus progenitores.. Y todo ello sin crítica alguna, porque el tiempo todo lo cura.
En estos enlaces también debe informarse a los invitados sobre dónde sentarse, mediante tarjetas o paneles, alternando sexos y separando parejas, pero no está tan mal visto que los novios se levanten a saludar antes de finalizar la comida.
En cuanto al baile, será inaugurado por los novios pero podrán ser seguidos por otras parejas diferentes a sus progenitores.

Como retrasar o anular una boda, explicaciones y devolución de regalos

Un famoso director de cine contaba en sus memorias que no estuvo maduro para casarse hasta los cincuenta años, pero que el verdadero problema era que a esa edad ya se había casado cuatro veces.
Sea por esta o por otra razón, suele ser más frecuente retrasar o suspender bodas entre gays y segundas parejas.
Dificultades para reunir a la familia o a hijos casados que viven lejos, enfermedades de padres mayores o un divorcio o nulidad que no acaban de llegar, son motivos frecuentes de aplazamientos de enlaces.
Si el retraso se conoce con tiempo suficiente, se imprimirán tarjetas en las que se informará de la razón y de la nueva fecha de casamiento, pero si es inminente, el email y el teléfono servirán para avisar a todo el mundo.
En cuanto a la suspensión de una boda, no es infrecuente que alguno de los dos decida no repetir casamiento porque se encuentre satisfecho con la convivencia sin papeles, porque le invada el miedo a un nuevo fracaso, o simplemente por inseguridad.
En este caso, cada novio devolverá los regalos que haya recibido con una nota de agradecimiento en la que comunicará la cancelación del enlace, pero sin dar ningún tipo de explicación.
Y si a raíz de ello se produce además la ruptura de la pareja, conviene recordar que hay que besar muchos sapos para encontrar un príncipe.

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