¿Se refleja tu alimentación en tu piel? Rotundamente sí.
¿Cuántas veces has oído que si comes chocolate o alimentos muy grasos (como por
ejemplo chorizo u otros embutidos) te salen granos? Un estudio, llevado a cabo
durante 50 años, relaciona ciertos alimentos con los brotes de acné,
confirmando la idea de que lo que comemos tiene consecuencias en nuestra piel.
Las pieles con tendencia acnéica deberían evitar ciertos
alimentos que, según se ha demostrado, se relacionan de alguna manera con la
presencia de acné.
Entre ellos, se encuentran la comida precocinada, la
bollería y los alimentos muy azucarados, las especias picantes como la
guindilla cayena o la pimienta, los alimentos ricos en grasas saturadas, el
chocolate y las bebidas con alto contenido de cafeína (está demostrado que
puede alterar los niveles hormonales y estresar tanto el cuerpo como la piel).
Para mantener una piel sana, especialmente si es propensa a
desarrollar episodios de acné, es tan importante cuidar la piel con los
cosméticos adecuados y limpiarla adecuadamente como seguir una alimentación
equilibrada.
En este sentido, tienen un papel especialmente importante
las frutas, las verduras, los ácidos grasos esenciales y el agua. La fruta y
las verduras con alto contenido en agua ayudan a descongestionar los poros,
eliminar las toxinas que los obstruyen favoreciendo el desarrollo del acné, y
rehidratar la piel.
El pepino, el melón y la lechuga son algunos de los
alimentos más recomendados para las pieles con tendencia acnéica. La vitamina A
(muy utilizada por dermatólogos para tratar el acné) está presente en algunos
vegetales como la zanahoria, que ejerce una función detox en la piel.
Por otra parte, los ácidos grasos omega 3 y 6 presentes en
el pescado (sobre todo en el azul) ayudan a reducir la inflamación y son ricos
en zinc, que reduce la producción de grasa que agrava el acné.
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