9 diferencias entre lo que piensas cuando te comprometes y justo antes de casarte

Tu novio acaba de pedirte que te cases con él. ¡Es uno de los momentos más felices de tu vida! Aunque sabes que aún te queda otro mejor por llegar: el día de tu boda. Sin embargo, y aunque no lo creas, entre ambos momentos se producirá en ti un cambio de mentalidad que hará que veas las cosas de un modo muy diferente unos días antes de la boda a cómo las veías el día que te pidieron matrimonio. ¿Quieres saber cuáles serán esos cambios?



De la tranquilidad a la histeria en los preparativos: Han pasado solo unos días desde que te lo pidió. Te metes en pinterest o en instagram y empiezas a  ver fotos de otras bodas. ¡Cuántas ideas útiles! En este momento, apuntarás las que te parezcan bien y seguirás tu vida como si tal cosa. La misma operación unos días antes de tu boda tendrá, casi seguro, una reacción muy diferente del estilo de “¡Dios mío! ¿¡¡Por qué yo no tengo una candy bar como esa?!!!” No te preocupes, es totalmente normal y a todas las novias les pasa. Solo debes estar preparada para hacer frente al “monstruo” que se despertará en tu interior días antes de la boda.

El presupuesto: Cuando acabas de dar el paso de comprometerte, el presupuesto para tu boda es algo muy abierto. Intentas no poner demasiadas restricciones porque quieres que tu gran día sea perfecto. La cosa cambia cuando realmente empiezas a ver lo que cuestan las cosas. A partir de entonces, te das cuenta de que los límites son importantes y solo unos días antes de la boda ya casi deseas haberte gastado menos en algunas cosas de lo que realmente has invertido.

De la ilusión a las ganas de que pase: Muchas novias te dirán que disfrutes de cada momento de los preparativos. Y es que, mientras que los primeros meses todo es nuevo y lo tomas con una ilusión extrema, casi difícil de creer, en los últimos días la cosa cambia. No es que ya no te haga ilusión tu boda, simplemente, tienes ganas de que la gente disfrute con lo que has preparado para ellos y de poder descansar de tanto preparativo, cuadrar mesas, etc…

Tus invitados, de geniales a pesados: Cuando acabas de comprometerte te encantará que la gente te pregunte una y mil veces dónde se celebra la boda, si vas a poner autobús y las mil y una dudas de logística que se les puedan presentar. Unos días antes del enlace, las dudas te martillearán la cabeza y desearás que miren la invitación antes de llamarte para preguntarte 10 veces lo mismo.

Llamadas y visitas a los proveedores, de entretenimiento bienvenido, a tortura: Casi todas las novias sufren esa evolución. En los primeros momentos, cada visita al restaurante, al peluquero o a la iglesia (si has elegido una boda religiosa) es entretenida, te provoca ilusión y la esperas con impaciencia. En los últimos meses, solo rezarás para que no surjan nuevos problemas o cuestiones que resolver que hagan que tengas que tomar nuevas decisiones.

Las ideas y sugerencias de vuestros padres, de geniales a ¡basta ya!: Cuando una novia empieza a preparar su boda suele estar abierta a todo tipo de ideas y sugerencias, especialmente si vienen de su familia. Sin embargo, en los días previos, notarás que esto ha cambiado y que ya no te hace tanta ilusión que te propongan cosas nuevas. ¡Lo hecho está hecho y seguro que tu boda está perfecta tal cual!

De querer hablar todo el día de tu enlace, a preferir otros temas: Es inevitable. Los primeros días después de la pedida de mano, estarás encantada de hablar de tu boda, de cómo quieres que sea y de cada cosa que pienses o hagas referente a ella con todo el que quiera preguntarte. En los últimos días, la cosa cambia. Estarás más agobiada y casi preferirás que nadie te pregunte por el tema. También es una reacción completamente natural.

Pasar el resto de vuestra vida juntos: Es la idea que más feliz te hace justo después del compromiso. Sin embargo, para muchas novias, los días previos a la boda son días de nervios y tensión en los que nada parece estar claro, ni siquiera si es buena idea pasar toda tu vida junto a la misma persona. No te castigues por tener esos pensamientos. Estas experimentando las mimas dudas que cualquier novia en tu misma situación. Trata de relajarte y de recordar lo que os ha llevado a dar el gran paso. Verás que muy pronto, solo pensar que dudabas de tu chico te parece una tontería.

Las aportaciones de tu chico, de bienvenidas a ¡ni hablar!: Decir que las bodas son para las novias parece un tópico algo machista. Sin embargo, muchas veces acaba siendo así por nuestra negativa a que ellos se impliquen hasta el punto de que tengamos que hacerles caso. La realidad de los preparativos suele ser que tu chico, al principio, te dará ideas y te hará propuestas sobre cómo puede ser vuestra boda y tú las aceptarás, en mayor o menor medida, dando gracias por su implicación. 

Después, sin embargo, la cosa se pondrá mucho más fea para él: tú ya habrás decidido cómo quieres que sea tu enlace y lo más seguro es que cualquiera de sus aportaciones sea desechada de inmediato.

Pero sobre todo, recuerda que preparar tu boda debe ser algo agradable y de lo que podáis disfrutar juntos, en mayor o menor medida, teniendo en cuenta que siempre habrá momentos en los que los nervios os jugarán malas pasadas. Pese a todo, el mejor consejo que puedes recibir es que te relajes (por difícil) que te parezca y empieces desde YA a disfrutar de tu boda.

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